Bailas cuando no hay nadie alrededor,
Pajarito de agua.
Y elevas tu canto en un alba que te pertenece a ti y al mundo.

Cuéntame cómo funciona el viento bajo tus alas de pena,
Que te veo tan calladito sobre las pináceas.
Y es que tal vez no es pena lo que te enmudece,
Tal vez es otra cosa lo que te melancoliza sobre la rama
Y hace que te secretes en la altura en busca de fruta,
Lejos de los hombres que te vemos ir.

Me dijo tu madre que desde la sangre
Entonabas enigmas,
Que hubo un tiempo en que te hallo tan lejos
Que pensó que no volverías a cenar,
Que pensó que te estabas muriendo de hambre,
Y después pensó que tal vez,
Solo tal vez,
Te estabas muriendo de vida.

Pero como tu madre no sabe de tus cielos
No pudo resolver el enigma y renunció a cuanta duda pudo,
Mientras tú volabas por allá no sé dónde,
Ella perpleja te miraba mientras jugabas en espiral.

Entonces otra ave me dijo que te vio en la luna
Mientras ésta iluminaba la tierra,
Me contó de veinte conversaciones de aire,
Me contó de tus cánticos secretos
Y susurro tan bajo como pudo;
Que estabas hecho de agua y plumas.

Camine por la ciudad en busca de tus gotas
Y vi a un hombre contemplar a una de ellas,
Un hombre que resulto ser tu padre,
Que con voz áspera y certera
Me dijo con su mano que no se trataba de entender,
Que la respuesta estaba en el cuerpo,
Y se puso a silbar.

Y su silbido era una mezcla entre dolor y belleza.
Y cuando yo lo silbé, las aves vinieron,

Y ellas me dijeron;                           .

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