Sentado en el café
de mi paisaje.
Esperando.

De pronto llego alguien,
era el,
el otro,
saludando amable y seguro.

Se sentó frente a mi,
ordeno lo mismo que yo.

Hablo de algún plan,
alguno de sus proyectos,
alguno de sus nuevos trabajos.

Encendí un cigarrillo,
el también fumo.

Me contó las historias desde su lado,
y yo sonreí.

Yo conté las mías,
y el escucho.

Hubo un silencio,
y todo lo demás desapareció;
la mesa,
las sillas,
las tasas,
y el café.

Solo quedamos nosotros ahí,
con los cigarrillos entre los labios.

Y el me dijo al oído:
-Tú ganaste, yo perdí.

Al rato
el también desapareció.

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