Ahí te ves,
Conforme de la mano de tu caballero.

Yo te veo
Y me gustas,
Tú también me miras,
Y tal vez te lo preguntas.

Pero tú estas conforme,
Te alejas como los aviones que miramos
Desde acá,
Con una sonrisa intermitente.

Y yo no estoy conforme,
Solo sé que te podría querer mucho
Cuando te veo y me veo solo,
Medio desencantado a estas horas.

Mira,
Solo digo que es una de las cosas
Que pasan sin que nadie se entere,
Tal vez,

Ni nosotros.

Eran distintos los colores cuando éramos pequeños
Y el misterio era más grande que las montañas
que mirábamos al viajar.

Es que eso de haber sido es como no haber sido.
Mi sombra te nombra indecisa,
Yo no lo digo nada para que no se asuste, sobre todo
Por la fauna azulada que dejo toda el hambre debajo del árbol.

El universo estaba hecho de manjar.
Lo estuvo mientras nosotros contábamos las piedrecitas
Para lanzarlas por el aire en un experimento de pájaros en tedio.

Por las noches untábamos los planetas en una tostada
Y todo parecía disolverse en visiones
Sobre caricaturas bipolares.
Las personas aun nos parecían ajenas. 

Las estatuillas nos miraban desde los muebles con actitud
De dudosa procedencia y cuando girábamos la vista
Desde sus puestos nos hacían burlas y maleficios
Con sus mantos y afligidas actitudes.

Nos exigían silencio y le concedimos el respeto
A los que se merecían la sonrisa,
Y a todo los corpulentos de dientes puntiagudos
Los hacíamos pedazos en susurros bajo los escalones
Donde eramos invisibles.

Correr por el mundo nos parecía gratuito,
Y la crueldad no era consciente de culpa clara.
Rompiamos nuestros corazones con bombitas de agua
Y con nuestras voces de niño nos decíamos perdón sin tardar.

Formábamos comunidades pequeñas en donde
La lujuria naciente era sincera y prohibida,
Y nos besamos a escondidas mientras nuestras
Manos se nos iban a palpar la oscuridad.

Cuando estábamos solos mirábamos como la casa
Se derretía y el olor a cera era el aroma a.m.

A veces teníamos pesadillas por donde no entraba la esperanza,
Y a veces soñábamos otras vidas durante días.


Recuerdo como fumabas,
Tragando del filtro toda la soledad
Y escupiéndola en el aire de
Nuestra cueva subyacente.

Ahí desnuda te mecía una lucecita roja en tus labios,
Y entre tus miradas se asomaba el desespero calmo
De tu corazón tijereteado.

Y yo fumaba en forma de manteca,
Atravesado por la tubería oxidada del hombre,
Mirándote,
Conversándote 
Sin tiempo ni palabras.

Los besos morados de nuestros labios 
Sonreían sobre las sabanas firmadas por el vino
Que al beber nos miraba desde adentro junto
A todo lo que pudimos lograr.

A veces salían nubes de nuestros cofres de hojas
Y la inocencia nos mostraba
Pequeños sueños que se deshacían al flotar.

Al hacer el amor nos cortábamos las cabezas con las piernas
Para ver si era real el alma,
Mientras la luna tiritaba flotando bajo la cueva
Segura de que ya nadie la miraba.

Voló toda la gana entre los parpados
Bombardeando las calles en una guerra invisible
Contra la civilización.

Tus desventuras brillaban al filo de tus lágrimas.

En los abrazos rompíamos calientes en lo frio
La distancia de nuestros nombres,
Y nos mirábamos sin mucho más que hacer.

Fumabas sin esperanza,
Sin encanto,
Casi sin vida.

Pero debajo de tus muertes estaba una niña
Que sobre un columpio reía dulce en tu olvido.

Bailas cuando no hay nadie alrededor,
Pajarito de agua.
Y elevas tu canto en un alba que te pertenece a ti y al mundo.

Cuéntame cómo funciona el viento bajo tus alas de pena,
Que te veo tan calladito sobre las pináceas.
Y es que tal vez no es pena lo que te enmudece,
Tal vez es otra cosa lo que te melancoliza sobre la rama
Y hace que te secretes en la altura en busca de fruta,
Lejos de los hombres que te vemos ir.

Me dijo tu madre que desde la sangre
Entonabas enigmas,
Que hubo un tiempo en que te hallo tan lejos
Que pensó que no volverías a cenar,
Que pensó que te estabas muriendo de hambre,
Y después pensó que tal vez,
Solo tal vez,
Te estabas muriendo de vida.

Pero como tu madre no sabe de tus cielos
No pudo resolver el enigma y renunció a cuanta duda pudo,
Mientras tú volabas por allá no sé dónde,
Ella perpleja te miraba mientras jugabas en espiral.

Entonces otra ave me dijo que te vio en la luna
Mientras ésta iluminaba la tierra,
Me contó de veinte conversaciones de aire,
Me contó de tus cánticos secretos
Y susurro tan bajo como pudo;
Que estabas hecho de agua y plumas.

Camine por la ciudad en busca de tus gotas
Y vi a un hombre contemplar a una de ellas,
Un hombre que resulto ser tu padre,
Que con voz áspera y certera
Me dijo con su mano que no se trataba de entender,
Que la respuesta estaba en el cuerpo,
Y se puso a silbar.

Y su silbido era una mezcla entre dolor y belleza.
Y cuando yo lo silbé, las aves vinieron,

Y ellas me dijeron;                           .

Esta hoja blanca,
me observa sospechando los hechos.

Como sabiendo con certeza.
Mirando pálida y fría cada milímetro de carne,
de hueso, de aire, de ruido.

Me mira y lo sabe.
Sin yo decir, y espanta al fondo.
Cuanta sabiduría esconde su blancura…

Incluso sabe de esas noches recónditas
que ocurrieron entre muros lejanos,
de los susurros que sonaban como grillos que se buscan en un bosque perdido,
de tu cristalina alma negra,
de la sucia honesta cama remojada en alcoholemia.

Sabe mas hondo aun,
sobre el frio que hacia en ese infierno cálido con perfume a rosa azul.
Mientras afuera por las calles seguía girando el mundo con sus torrentes
de colores y sabores volubles.

Y simplemente observa con su silencio que dice tanto en la nada
batiendo todo en un tibio baño en donde yace el cuerpo desnudo flotando
en agua serena.

Pero también mira como advirtiendo un agujero por donde
atravesaron toneladas de fantasmas enmudecidos.

Sabe que la hermosura se vistió de prisa,
desencantada y saltarina.

Sabe que la noche pario un huevo de aire.

Y en su palidez mira como bala  besando la vida,
viajando a través del sujeto,
robándose los secretos.

Y lentamente,
cierra sus ojos,
su universo.

Lo deja todo ahí,
el alma reventada sobre las manos calientes.

Lanzado como humo del fumon,
desperdiciado tabaco al aire.
Niebla que se diluye haciendo
formas sobre los ojos.

Andando en introspectiva danza,
único tiempo que se brinda a la verdad.
Épocas del año,
rellenando todo como el agua en sed,
atletas de efímera presencia que la memoria
monta a la convicción.

En el camino de nadie,
nos veremos y nos vemos como no nos vimos antes.
Así, luminoso y frío se me descuera el alma.
Por el hambre,
todo por el hambre.

Buen comedor bajo la manga
del arquitecto que juega a las escondidas.
Bienvenidas sean sillas, bien venidas.

Veo bajo la tumba del hombre que supo,
su gran corazón cosquillea la tierra donde cayó.
Tiempo que roba el tiempo
y los huesos que pujan al planeta. 

Mis dedos que se enredan esquivando y atrapando,
y entre tanto tu piel azulada
con aroma a estrella me taladra dando gironés
bajo carne a carnes.
En la distancia, tanta.

Delfín juguetón de agua,
amigable ser humano,
ave imperfecta.

Mano solitaria curandera y soñadora,
que belleza que somos así de tristes e indefensos huesos del hoy lejano.

Pensares y hazañas tuyas y mías
de lo mismo somos la masa de pan
que de hambre inventa artefactos de madurez.

Para todo.

Yo que te he visto cantar,
que te he visto feliz,
sonriendo y reformando
la madera para que otros puedan descansar.

Es extraño volver a ver tú mirar,
tus parpados así,
tus palabras,
tu cansancio.

Pensar que somos lo mismo,
tú y yo,
un par mas sobre la misma piedra.

Siempre fue raro,
y siempre lo ha sido,
y me quedo sin palabras al intentar
reanimarte y devolverte lo que escondes.

Al ver que tu dolor
es tan latente,
tan rojizo y fresco a veces pienso
que esta bien sufrir.

Pero yo no se,
tu dolor es el mío a diferencia del tiempo.
Que puede que yo también tenga tus ojos
algún día.

Te toco y se que estas ahí dentro,
como atrapado por la carne, 
atravesado por los huesos.

Yo me pregunto si no sabrás
que no somos solo personas,
que también tenemos un poco de ave,
un poco de nube,
un poco de brisa.

Es que nunca fuiste hecho para andar
de corbatas y camisas,
y es bien sabido que tu bailas en los lagos
y que emanas en los montes.

Se que encontraras la manera de cerrarme la boca
como lo has hecho muchas veces,
pero esta vez,
yo espero que te quedes en silencio.

Y en ese silencio,
espero que sonrías.

Que sepas que aun no es demasiado tarde.